domingo, 29 de junio de 2014

Washington Benavides: A medida que puja…




Washington Benavides
























El señor tiempo tratando, inútilmente, de encontrarnos, Macedonio, más debo recurrir a la dispersa bibliografía sobre sus divertidos y patéticos pasos en el Zapallo que llaman Cosmos.

Usted, dispersando con una energía de labrador, su pensamiento. El suyo y el de todos los que alimentaron su cabeza despeinada. ¿Usted siempre fue viejo como lo muestran las fotografías y dibujos que intentan apresarlo? Claro que no.

Cuando usted y otros acólitos del misterio (el padre de Jorge Luis, entre otros) llevaron a cabo (y rabo) la cruzada libertadora del Paraguay; para fundar allí (me imagino) una república socialista utópica, y ante la coalición de ríos serpentarios, bosques del Wahalla y mosquitos como aviones, cedieron el terreno y regresaron a Santa María del Buen Ayre. Allí abandonó la abogacía. Según Ud., ella dijo:”Muchas gracias”.

Anduvo por el litoral de nuestro País, y allí (en Mercedes) conoció a una muchacha llamada Mecha que lo besó: Y,  un caballo que intentó montar en Pocitos lo mordió en el hombro: “Y casi me extrajo de encima. Qué animal paciente: tironeaba y seguía tirando, pero como era tan largo…entre los dos no conseguíamos salir de él.” Sobre su nacimiento, dispersó noticias contradictorias, pero la verdad es “El Universo o Realidad y yo, nacimos el lº de junio de 1874”. Nacer (no París) para Macedonio era una fiesta, tal vez, por ello, juega con nosotros a modificar sus fechas.
Ud. es un gran poeta. Escribió, cuando muere su esposa Elena de Obieta, un poema fundamental. Poema que según el crítico Roy Bartholomew “justificaría un país, una cultura”. Es verdad. Y olvidado durante años en una absurda lata de bizcochos:
                        “No eres, Muerte, quien por misterio
                                   Pueda a mi mente hacer pálida
                                   Cual eres. ¡Si he visto
                                   Posar en ti sin sombra el mirar
                                                                       De una niña!”
Y a la par, escribía: “Un paciente en disminución”, apólogo feroz, que
como otros Pasajes, integran el cauce sin cauce de la novela “Papeles de Recienvenido”: “El Sr Ga había sido tan asiduo, dócil  y prolongado   paciente del Doctor Terapéutica que ahora ya era sólo un pie….”
Desde muchacho lo leí. Vaya a saberse cómo!
Llegó a mis manos su libro de Poemas, editado en México, Editorial Guarania. Colección Nezahualcoyotl, 1953.
Y como dice su más adelantado discípulo (Borges) Ud. reunía, a los hermanos Dabove y a Jorge Luis, en una Confitería de la calle Jujuy, y allí ,como otros grandes maestros del pensar, su conversación bailaba del tango al Yo y al Idealismo.
Aquel muchacho del Norte que lo leyó como a una Nuevas Escrituras descubiertas, lo siguió leyendo y lo lee, hoy, con 84 años sobre el lomo. Sigue Ud. siendo un buen compañero de camino, vayamos a Santiago o Canterbury, al Bar de Guillama o al Estadio Centenario.
Y si revuelvo mis papeles en una lucha similar a la suya con el caballo de Pocitos, siempre lo reencontraré, taimado, lúcido, con su humorismo metafísico y su conclusión que “La Realidad y La Nada comulgan: El Yo, Materia, Tiempo, Espacio, son los faltantes en el mundo.”
Hasta mañana, Macedonio.

(Junio del 2014. Montevideo)

W.B., P.O.R., E.M.
Washington Benavides (Tacuarembó, Uruguay, 1930) Poeta, traductor y músico. Ha publicado, entre otros títulos: Tata Vizcacha (1955); El poeta (1959); Poesía (1963); Las milongas (1965); Los sueños de la razón (1967); Poemas de la ciega (1968); Historias (1970); Hokusai (1975); Fontefrida (1979); Murciélagos (1981); Finisterre (1985); Fotos (1986); Tía Cloniche (1990); Lección de exorcista (1991); El molino y el agua (1993); La luna negra y el profesor (1994); Los restos del mamut (1995); Moscas de provincia (cuentos, 1995); Canciones de Doña Venus (1998); El mirlo y la misa y Los pies clavados (2000).
Entre  los autores que ha traducido se cuentan: Guimarães Rosa, Oswald de Andrade, Carlos Drummond de Andrade y Affonso Romano de Sant’Anna.
Sus poemas y canciones han sido musicalizados y grabadas por: Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Eduardo Darnauchans, Héctor Numa Moraes, Carlos Benavídez, Los Olimareños y Los Zucará.

Isaac Goldemberg: Poemas.





Isaac Goldemberg






















Casas

Todavía quedaban en la ciudad todas las casas.
Pero lo que menos quedaba era la casa del padre.
Él dijo que guardaría su casa hasta el último día de sus días.
Más tarde, mucho tiempo más tarde,
volvía del destierro para ponerles candado.
Y el hijo, sin que fuese suya, se quedó con la llave.
Tiempo hace que la casa  fue vendida al olvido.
Hoy el olvido tiene su llave, idéntica a la memoria del padre.
Esta será su tranca —dijo— mi memoria.
Más tarde, mucho tiempo más tarde, mudó su casa.
Pónganla aquí —dijo—donde estuvo la casa.


Wayno zapateado de Chepén a Santiago de Chuco


Ay vidita quién pudiera poder toda memoria
De mí de ti de todos nosotros ellos
Quién pudiera ay hacer con los pronombres
saltaran sobre su propia cáscara
Que cruzada de piernas se abriese nuestra vida
Y entrara morado y seco doblando dúctiles campanas
El pene del olvido chichesco y choclo
Ay memoria tan virgen tú en tus encajes blancos
cavando ardiente fosa
Al borde de la carne haces bailar injusta pala
Ay olvido sangre en retroceso imploras
flojamentecuerda  despacios adjetivos
Ay memoria tragaverbos y matapredicados
Háblame olvido cachero de los mudos
Cállate fría memoria de los sordos
¿No son ellos mancos cojos
los que al fuego meten pies y manos y aúllan
lobos por nombrarlos?
El grito primero del olvido nombró al fuego
La memoria dio su primer soplo por borrarlo9
Olvido pisa con taco fino nuestro cajón de muerto
Pañuelo en mano zapatea memoria nuestro clavo más flaco


Isaac Goldemberg (Chepén, Perú, 1945) Poeta, narrador y enayista. Entre otros libros ha publicado: Peruvian blues (2001) ;El nombre de padre (2001) ; Los autorretratos y las máscaras/Self-Portraits and Masks (2002) ; Golpe de gracia (2003) ;Los Cementerios Reales (2004) ;La vida son los ríos (2005) ;Tierra de nadie (2006).



jueves, 12 de junio de 2014

César Cantoni: ELEGÍAS DEL RÍO COLOR DE LEÓN.



César Cantoni























Primogénita ilustre del Plata,
En solar apertura hacia el Este,
Donde atado a tu cinta celeste
Va el gran río color de león.
(A Buenos Aires)
Leopoldo Lugones


1. Bajo un cielo brillante

Bajo un cielo brillante, se demora el río.
La marea empuja la resaca hasta la orilla,
donde la arena, negra de petróleo,
huele a petróleo y peces muertos.
Es un día de calor, sitiado por las moscas.
Muchachos con el torso tatuado y chicas en bikini
toman baños de sol en islotes mugrientos.


2. Vienen de zonas aledañas

Vienen de zonas aledañas y acampan junto al río.
Traen bolsos con vituallas, una radio, una sombrilla.
Tendidos en la arena, se divierten bromeando,
mientras leen revistas ajadas o juegan a los naipes.
El aire es pesado como de costumbre 
y el agua parece bullir en charcas y arroyuelos.
Cuando el sol de la tarde todavía está alto,
ellas preparan los sandwiches, ellos destapan la cerveza.
Luego comen, beben, se emborrachan.
Uno enciende la radio, pone música;
todos bailan a un tiempo, bañados en sudor.


3. Un perro atraviesa la playa

Atardece. Un perro atraviesa la playa solitaria.
En la orilla, el agua refleja la tristeza de los sauces.
Pescadores que entraron a caballo en el río
vuelven ahora con las redes cargadas: sábalos y dorados.
Desvanecido sobre los techos indigentes,
el sol es un ojo de pez que interroga a Dios. 


4. Apenas la antorcha de la luna

La noche es profunda y oscura río adentro.
Apenas la antorcha de la luna alumbra la corriente.
Extraviada, entre forros usados y detritos,
una canoa golpea contra la escollera.


5. Con indómita furia

Muchas veces, el río es un monstruo temible,
un Leviatán que arrolla y destruye lo que encuentra:
rampas, diques de piedra, muelles enmohecidos...
Con indómita furia, arranca de cuajo postes y carteles,
anega las calles, inunda las casas de los lugareños,
se lleva animales, colchones, zapatillas,
los sueños de todos, la esperanza... 
Finalmente, regresa sin apremio a su cauce,    
convertido en doméstica criatura.
Sólo entonces devuelve a los ahogados.


6. En los días luminosos

Desde aquí, en los días luminosos,
se puede ver Colonia, me decía mi madre.
Algunos cuentan que la vieron. O creen que la vieron,
a fuerza de repetir la misma historia imaginaria.
Colonia: una ciudad al alcance de los sueños
para la gente humilde de esta orilla
que trafica con puertos de ficción.


7. Yo zambullí mi infancia

Yo zambullí mi infancia en este río.
En este río, amé a una mujer más grande que el deseo.
¿Será por eso que mi voz es turbia
como las aguas que ahora conjuran la memoria?


Playas de Punta Lara, diciembre de 2010

(de El fin ya tuvo lugar, 2012)



César Cantoni (La Plata, provincia de Buenos Aires, 1951). Poeta y gestor cultural. Publicó varios libros de poemas: Confluencias (1978), Los días habitados (1982), Linaje humano (1984), La experiencia concreta (1990), Continuidad de la noche (1993), Cuaderno de fin de siglo ( 1996), Triunfo de lo real (2001) y La salud de los condenados (2004).    

JORGE RAGAL: La creación y otros poemas.








Jorge Ragal







 


 

 







LA CREACIÓN


El primer día dios creó el sol como el centro del universo.
Y los planetas que orbitan a su alrededor.
Al día siguiente creó a las mujeres y a las sirenas.
Ambas serían atractivas, enigmáticas y fecundas.                                     
Por extraña razón las sirenas no sobrevivieron.
Al tercer día creó a los hombres y a los perros.
Intuyó que el perro sería el mejor amigo del hombre.
Al cuarto día creó las manzanas y las serpientes.
Luego en un momento de éxtasis creó a la Virgen María.
Al quinto día creó la poesía, la música y la alquimia.
La idea era no dedicarse exclusivamente a los negocios.
Después creó los aviones y los volantines para admirar el cielo.
Al sexto día creó la radio, la televisión y las redes sociales.
Tuvo claridad que la humanidad iba a evolucionar virtualmente.
No hizo ninguna mención contra el aborto y el suicidio.
El último día creó a los pobres, los negros y los enfermos.
Se comenta que fue una recomendación de su hijo.

ME GUSTARÍA SER DE RAZA NEGRA


Sería un famoso trompetista de jazz.
Hubiese ganado los cien metros planos en Beijing.
Madonna me contrataría como su guardaespaldas.
Habría obtenido una medalla al mérito en Irak.
Bailaría con la maestría de Michael Jackson.
En fin, sería un orgulloso de esta raza.
Habría brillado en los Chicago Bulls.
Me envidiarían como actor porno.           
Sería el mejor boxeador del mundo.
Y seguiría cantando como los dioses.


ALQUIMISTAS

Cuando creíamos que la tierra era el centro
del universo, viene este señor Copérnico
y nos dice que nuestro planeta gira en torno al sol.
Cuando nos estimábamos los legítimos herederos
de los dioses, Darwin agrega que nuestra raza
desciende directamente de los animales.
Cuando ya solo podíamos aferrarnos
a nuestra cabeza, Freud por último nos advierte
que no todo es luz en la conciencia.

UN BELLO MAPA


Descubrí en una antigua librería de mi barrio
un bello mapa escrito en un idioma ya extinguido.
El mapa considera un territorio con altas montañas
donde se distinguen unos árboles que abrazan las estrellas.
Los puntos cardinales están claramente definidos
con cuatro cruces invertidas.
Las montañas y los bosques están rodeados
por un mar con dragones y sirenas.
Da la impresión por un gigantesco cráter que un meteoro
hubiese impactado en el centro del continente.
La imagen de un rey aparece atravesada por una espada
y la de una reina haciendo el amor con dos esclavos.
Se observa a unos preciosos niños jugando a la ronda
en torno a la figura de un ángel caído.
El cielo está decorado por tres soles, una gran luna llena
y diversos aeroplanos y hombres en paracaídas.
Se divisa también un águila negra que lleva una serpiente
y una manzana entre sus garras.
En el tronco de un árbol está inscrita una fórmula
muy parecida a la solución de la teoría de la relatividad.
En cada esquina del mapa están clavadas unas banderas
de unos países desconocidos.
Comencé a estudiar otras cartografías para poder entender
a qué territorio correspondía.
Después de mucho tiempo entendí que el mapa hacía referencia
al lugar de mi última morada.

EL PRÍNCIPE DE BABILONIA


El príncipe de Babilonia aprendió a escribir a los tres años.
Era un experto en el uso de la espada.
Una vez le cortó el cuello a un águila en pleno vuelo.
Corría más rápido que un tigre tras su presa.
Fue padre a los trece, a los quince, a los diecisiete.
El príncipe de Babilonia cantaba como los dioses.
Escribió el más bello poema de su tiempo.
Fue el creador de la mítica biblioteca de la ciudad.
El rey lo nombró embajador plenipotenciario.
El príncipe de Babilonia evitó una guerra contra los bárbaros.
Se le otorgaron unas fértiles tierras entre dos ríos.
Sus hazañas fueron motivo de orgullo.
Se escribieron novelas y se entonaron canciones.
Se levantó una estatua en su honor en medio de la plaza.
Una noche de luna llena divisó a un anciano caminando.
Le ofreció hospedaje pero aquel le respondió que descansaba en el cielo.
A la madrugada el príncipe abandonó Babilonia.


DECLARACIÓN DE DERECHOS HUMANOS

Toda persona tiene derecho a jugar a la pieza oscura.
A tatuarse una flecha en el corazón.
A tirarse en paracaídas.
Toda persona tiene derecho a descubrir un tesoro.
A conocer el desierto florido.
A correr una marathón.
Toda persona tiene derecho a escribir un poema.
A reírse de los peces de colores.
A disfrutar un dibujo de Matta.
Toda persona tiene derecho a convertirse en un travesti.
A subirse al carro de la victoria.
A entenderse en mapudungún.
Toda persona tiene derecho a besar a su mejor amiga.
A bailar en el carnaval de Río.
A ver debajo del agua.
Toda persona tiene derecho a donar su lengua.
A beber un vaso de cianuro.
A descubrir su punto G.

DONACIÓN DE ÓRGANOS

Voy a donar mis piernas para que un niño
pueda correr detrás de una pelota.
También mis manos para que otro joven
acaricie dulcemente a su mejor amiga.
Mi esqueleto lo voy a donar a una escuela de medicina
para que sea conocido como el esqueleto del poeta.
Voy a donar mis pulmones a un fumador empedernido.
Voy a donar mis riñones a un par de ancianos.
No creo que pueda donar mi hígado.
Pero voy a donar mis ojos a una famosa cantante ciega.
Quiero donar mi lengua a un amante compulsivo.
Quiero donar mi corazón a una monja descalza.
Y por último voy a donar mi órgano viril a un enfermo de sida.

HEAD HUNTER

Busco a un joven culto, piadoso y de buena familia
para trabajar como monje en un monasterio franciscano.
Los postulantes deben profesar una fe mayúscula.
Y tendrán que abandonar sus riquezas mundanas.
Se requiere una gran experiencia en retiros y misiones.
El vestuario se limita a una túnica, capucho y sandalias.
No es obligatorio el manejo de una segunda lengua.
Pero si un cabal conocimiento de la figura de San Francisco.
También deben poseer una voz afinada para integrar el coro.
Los postulantes tienen que llevar una vida ejemplar.
No deben consumir alcohol de alta graduación o drogas duras.
Tampoco deben abusar del autoerotismo.
Tienen que demostrar un amor especial por los animales.
Ahora bien, ya no se perdonan los actos deshonestos.
El monasterio dispone de todas las comodidades.
No se paga un salario estrictamente.
Pero la congregación se preocupa de su pensión vitalicia.

 

Jorge Ragal Galdames (Santiago de Chile, 1954) Poeta. Estudió Literatura, Comunicaciones y Estética en la Universidad Católica de Chile. Es secretario el directorio del Pen Club Chile y socio de la Sociedad de Escritores de Chile. Es autor de los libros de poesía: “Chicles Calientes”  y “El hombre se escribe”. Fue seleccionado en el libro “Santiago en 100 palabras” que organiza la revista Plagio y el Metro de Santiago y seleccionado en el libro “Basta: 100 hombres contra la violencia de género”.

Poemas suyos fueron publicados en el “Álbum de la Poesía Chilena en Bolivia”. Obtuvo el 2013 la beca del Fondo del Libro para publicar la obra poética: “Dios te Amará”.



Luis Cruz: 2 poemas.



Luis Cruz




























Zarabanda

Perdido en la materia,
Perdido en la pared,
Perdido entre el mismo espacio,
Aullar lejano,
Sigue jadeando la búsqueda.
Perdido en las líneas de tus discos,
Perdido en la manija del triturador,
O en el espejo de Copérnico.
Sigue el traqueteo de los fantasmas,
Caen decibeles de líquido plásmico,
La  gruta aúlla.
Perdido por fin,
Perdido en la tarea
Muerte en Fa menor.


Polikarpov

Tu nombre contiene minúsculos sonidos,
Aire, mucho aire entre cada siseo.
El prefijo Poli pesa en tus manos,
No te crees capaz de ser heredero,
Ni padre, ni guerrero

Eres la tumba en el aire,
Lo que Madrid vuelve en llamas,
Lo que la estepa no desea en su vientre
Un hijo que su época desentiende.

Allá, en una nube cuarteada,
Tu verdadero dueño espera tu esqueleto
Honrará a tu padre y quemará tus estigmas.
Serás el ángel en verde.


Luis Cruz (Lima, Perú, 1981). Poeta. Ha publicado: Lumen (2007) y Radio Futura (2008). 

lunes, 9 de junio de 2014

DIMITRIS LYACOS:POENA DAMNI (Fragmentos).



Dimitris Lyacos
















Z213: SALIDA



Unas pocas horas todavía, estación, vacía, calle de polvo hacia el centro de la ciudad, fango, fango, afuera mantas, ruinosas casas de chapa, un poco más atrás el pilar torcido, ningún coche, basura, dos chicos que incendian un montón,otras dos tres luces al horizonte, casas, más agrio el olor, el asfalto a pedazos, casas a bloques de cemento, poca gente,puertas entreabiertas, penumbra, el colchón como si fuera mojado,aquella leche, el vuelco en el estómago y mareo, cuando me desperté,me levanté para conseguir antes que anocheciera, un poco al azar yde lo que me acordaba, pregunté, desde el otro lado, detrás del puente, el fragor del agua, los árboles que ennegrecían pero aún veía, estaba en frente de mí casi en cuanto entré.Qué haces por aquí, me siento a tu lado un poco, si también entonces hubieras podido, si alguien se hubiera acurrucado, si te hubiera escuchado como aún eras escuchado, tus ojos que brillaban los ojos que se ofuscaban, el dolor que obcecaba, con quién más te llevaron aquí, la campana, silencio mientras te llevaban abajo, canción ahogada y pausa, el fragor del agua. Tengo frio, me voy entre los otros nombres, fotografías que te miran sin poder, el sol que ahora desvanece otra vez. En la calle hacia atrás, en la llanuraun débil, como último suspiro, y un brillo, el río que se aleja, la ciudad muda como antes, con un poco de vino en una mesa en el rincón, la biblia que se apaga, en ella las palabras de un extranjero, en todo esto escribo donde encuentro una zona muerta.




 CON LOS HOMBRES DESDE EL PUENTE


[…..]

Luego oía pasos otra vez y
también como si alguien masticara. Cada día
lo mismo. Este dolor es como el reloj que se oye
cada vez que lo miras. Rómpelo y tíralo.
El sol opaco. Más cerca de un ojo que del otro.
Los oyes desde arriba. Se fueron otra vez. Silencio.
Luego otra vez lluvia, no consigue secarse
la manta. Luego salí porque tenía hambre y fui a buscar algo que comer.
Cuando volví habían vuelto a poner los ladrillos y habían cerrado otra vez.

Se para, contiúa

golpea más fuerte y quita los ladrillos. Cuando entres
ponlos otra vez en su lugar. Pon también
la manta encima. Deja un agujero
para que entre un poco de sol.
Me senté a tu lado
sabía que estabas allí. Pasó una hora.
Como si te viera. La boca entreabierta
los ojos como entonces, al final

Pasó una hora.

Salí otra vez y llevé un poco de agua. Un trago. Me hace bien
al estómago, me conforta
y puedo acostarme un poco.
En el sueño otra vez, tu voz muy fuerte. No podía. Me levanté
y golpeaba desde arriba la cobertura hasta que se rompiera.
La quité. La arrastré y la puse en posición supina.
La levanté. Cayó de nuevo. Otra vez. Pasó una hora.
Al final la llevé afuera. La dejé en el suelo
y fui a buscar la manta por si acaso la había arrastrada
el viento. Volví y me acosté a su lado. Estaba cansado.
Bastante luz. Un largo gusano blanco. Un dedo
que cavaba solo.
Deja algo para mi. Al final algo quedará.
Un diente de su boca,
algo para mi
un diente
                                



                                                roto.

[…]


                                    


LA PRIMERA MUERTE


III

Muertas mandíbulas que apretan torrentes
dientes quebrados donde desenterró sus raíces
el frémito de la víctima antes de someterse al gancho,
alrededor las impresiones del frenesí y la desolación
en el medio de los viejos ramos del hecatombe
se abren como red hacia un anémico cielo
que como un temblante beso pende de tus labios;
armadas de muertos que susurran incesantemente
en un infinito cementerio, dentro de ti
y tú más no puedes hablar, ahogas
y el dolor a ti habitual va a tientas
buscando salidas en el cuerpo impenetrable
ahora más no puedes andar –
te arrastras allí donde la tiniebla está más
tupida más tierna, osamenta
de un animal destripado
un pequeño montón de huesos que saben de guarida tú abrazas
y te duermes.

(Traducción, Alessandro Lo Coco)  





Dimitris Lyacos (Atenas, Grecia, 1966) Ha publicado la trilogía Poena Damni, que ha sido traducida a varias lenguas.    


domingo, 8 de junio de 2014

Kornelijus Platelis: Poemas.



Kornelijus Platelis



















ENCUENTRO AL ATARDECER

En la biblioteca de un palacio, mirando por la ventana
Un atardecer de invierno,
Se abren de pronto los estantes y entra un niño
Con una canasta de frutas y rosas.
La oscuridad se condensa, las ideas se enredan misteriosamente.
Hoy -dice-
Me ha sucedido algo muy raro:
Iba por un sendero del parque y repentinamente estaba
En una habitación oscura con estantes
Llenos de rectángulos en fila,
Allí un hombre entristecido veía por la ventana
Un atardecer de invierno.

GUARDIA NOCTURNA

Tras el crepúsculo cruzan las puertas golpeando
Con sus piernas de hierro el adoquín cubierto de herrumbre,
La ciudad se estremece
Y se hunde en un negro olvido. Bajo sus pies
Las calles se extienden como enormes luciones. ¿En dónde está?,
Pregunta sombrío el jefe de la guardia
A los faroles de la calle que la oscuridad difunden,
Pero éstos oscilan como si los moviera el viento
y se cubren de humo. ¿En dónde está
El espejo de los dioses, diamante de mil caras,
-La ronca voz del pregonero hace temblar la oscuridad-
Bajo qué lodo, bajo qué moho,
Bajo qué flores mañana malolientes?
Para qué lo queréis -pregunta la climátide abrazando la vieja capilla.
Para qué lo queréis -pregunta desde el callejón
el amarillento olor de la orina. Queremos -dice la guardia-
tajar con la espada su corteza, herir
su alma adormecida, elevarlo al negro
océano de la noche como un farol...

No os lo daremos -la climátide estrecha fuertemente la capilla.
No os lo daremos -estalla la peste amarillenta de la orina.
No os lo daremos -dicen los faroles, la oscuridad y el humo.
Los sarcófagos de los dioses, mudos,
Se meten más profundo en sí mismos. Todavía la mañana
tardará mucho en llegar.

DOS CAMINOS

Hay un camino del sabio y uno del guerrero. El primero
Lleva por el fangoso y equívoco
Pantano del conocimiento de la verdad,
Continuo litigio con los dioses.
Cuando hay que decidirse a actuar,
No se sabe quien elige los medios:
El sabio o el mercader.
A veces es claro que decide el mercader
En nombre o en lugar del sabio.
Adónde lleva este camino,
No lo sé.

El camino del guerrero conduce por jardines de pureza,
Por el filo de la única verdad.
Es el camino de la voluntad, no del conocimiento,
No se mancha en él el alma.
No hace falta decidir.
Adónde lleva este camino,
Tampoco lo sé.
Ambos desaparecen tras la colina del cementerio.

Queda todavía el camino del mercader,
Por el que vamos.


LECHE Y TOMATES

ella le dejó una nota: querido
compra dos botellas de leche y dos
tomates después de leerla él se quedó un largo rato
sentado en un banquito en la cocina
imaginándose cómo la leche en el vaso
blanca y cremosa
es blanca como la piel de su rostro
y cómo escurrirá desde sus labios a su vientre
y ella se secará con una servilleta
blanca y los tomates
rojos como labios y un hilito
de su jugo correrá por su barbilla de mármol
hasta que una mano blanca la seque
(¡tan jugosos tomates!)
sus ojos brillarán de deseo
llevará el vestido blanco
o la falda a cuadros

y él sin falta comprará
dos botellas de leche y dos
tomates


HADES RAPTA A PERSÉFONE

Una mosca golpea contra el vidrio buscando una ranura de calor,
los dientes de una sierra se aferran ávidamente a los leños,
Hades toma a Perséfone en sus brazos y, resoplando,
apenas levanta su enorme trasero de la tierra,
los negros corceles aguardan enganchados
y cavan en el suelo con sus cascos; unas ninfas muslonas
se estrujan las manos, golpean contra el aire que se enfría, sollozan
como sierras. Fluyendo sin cuidado
el tiempo se congela en formas, la vida en sus signos,
el agua en estrellas de nieve, la experiencia en alusiones
que espolvorean la poesía, expresando el luminoso paisaje
de la vida, difundiendo el aroma de Hades.


HOSPITAL ST. ELIZABETH

                                   para Craig Czury

                                   Our dynasty came because of a great sensibility
                                              
            Ezra Pound, Canto 85


Del otro lado del río Anacostia, a la sombra de los árboles,
Santa Isabel rebana una tarta redonda
con un largo y resplandeciente cuchillo, y amablemente lo reparte
entre los asistentes al curso de poesía que esperan en fila.
Sus brazos atados a sus cuerpos hasta los codos,
sus ojos tan redondos como un sol de tarta,
se estiran graciosamente mientras comen: el destino
de la poesía es reparar conciencias y mundos. De pronto
un teléfono suena: llamada para Santa Isabel.
Me da el cuchillo y me pide que siga rebanando.
Mientras la hoja viaja de una mano a otra,
el sol rebota en ella y destella en los ojos
cortando su redondez como el cuchillo
la tarta. El mundo se parte
en una miríada de fragmentos y durante un pestañeo
todavía se mantienen adheridos antes de desmoronarse. Yo

                        Nuestra dinastía llegó
                                   gracias a su gran sensibilidad.
                        Tras todos los pabellones de nuestros palacios
                                   ahora miro por la ventana de John Howard.
                        Desde la sombra de los árboles sin hojas
                                   hasta un tiempo nuevo del otro lado del río.
                        Nuestro pensamiento vagaba en otra parte
                                   cuando se abrieron las puertas.
                        Nuestra dinastía se basaba en una estricta jerarquía
                                   al contemplar la belleza.
                        Las paredes de derritieron hace muchos años
                                   mientras yo escuchaba lugares prohibidos.
                        Nuestra dinastía estableció el orden en la poesía
                                   y se derramó por los bordes de la forma.
                        ¿Voz interior? Cada uno de nosotros tiene muchas
                                   voces interiores. ¿Cuál de ellas queréis escuchar?
                        Nuestra dinastía fue hospitalizada
                                   a causa de su gran destino.
                        El nuevo mundo nos inyectó tranquilizantes
                                   y nuestra conciencia se volvió de madera.
                        Santa Isabel nos tomó bajo su custodia,
                                   y el amor  derritió nuestra voluntad.
                        Los fundadores de los valores equitativos del mundo
                                   comenzaron a curarnos con nuestra propia poesía.
                        La leche inagotable del cántaro de Santa Isabel
                                   minó los fundamentos de la jerarquía.

clavo el filo en la tarta, la realidad
fragmentada se pega, una extraña esperanza se sella
después de haber brillado entre las grietas. Los asistentes
al curso de poesía bajan dócilmente la mirada.
El bálsamo de las palabras se filtra por las paredes de la sala:
pegamento de conciencias y cosas con los brazos vendados,
el sabor a metal en mi boca se transforma en la dulzura de un biscocho,
enviándonos de vuelta a la armonía, abriendo
el camino de la memoria a ningún lado.









(En este texto se utilizan partes de un poema-fusión elaborado por Craig Czury a partir de fragmentos de poemas de pacientes del Hospital St. Elizabeth.)

                                                           (traducción del lituano Gerardo Beltrán


Kornelijus Platelis - Esteban Moore
Kornelijus Platelis  (Ŝiaulai, Lituania, 1951) Poeta y traductor. Ha publicados varios volúmenes de poesía y ha traducido a su lengua a Ezra Pound, T.S. Eliot y a Seamus Heaney, entre otros poetas de lengua inglesa.