jueves, 16 de junio de 2011

Monica Cazón: Poemas.

Mónica Cazón





















La muda

Si te quedas ahí parada
podrás apreciar que no es poca cosa descalzarse
tirar las máscaras y aflojar los elásticos
para descansar a ese animal sometido.
No es poca cosa mudarse, abandonar la cárcel
la mujer de voluntades ajenas
y manos cóncavas,
juego de villanos esta vida
y el momento exacto de oprimir el interruptor
porque es día viernes, el día del amor
según su almanaque ordenado meticulosamente.
Ahí parada, dejarás a la hembra
y esa mujer que fue expulsada
de la honorable Liga de Madres de Familia
volverá a ser protagonista,
y sabrás
que a menos que te quedes ahí parada
la adolescente que comparte tu cama
se marchará en el próximo tren.
Hay una niebla caprichosa
un halo azulgrisáceo,
una voz que no quiere rendirse
y se conserva joven, como siempre.



Como una gota de sal, ella se suelta dos veces al día
se incrusta
 ¿La sal puede convertirse en una lágrima?
¿Una lágrima es una gota de sal?
¿Se incrusta la lágrima?
¿O la sal?
La única verdad es esa lágrima compuesta
por un porcentaje de sal que patenta su dolor,
la loca anda suelta dos veces al día
todos los días
sin ropa interior porque asegura
 que la libertad se vive desde la piel
y la quiere sentir.
Las lágrimas le recuerdan al mar,
al consuelo de su madre
al hielo derretido que rodaba por sus manos
cuando armaba los muñecos de nieve
a esa página en blanco engordada de sinsentidos.
Ella asegura que egresó de la universidad
y se especializó en lágrimas,
hay olor a café, a papeltinta
y un miserable afirma que todo
es mentira.
Una mañana se marchó,
todos dicen que murió
yo creo que se fue con su profesor de Harvard.



Clásico
la soledad encarece la carne agota la sal
  las especias, los garbanzos que busca
en los frascos que guardan los secretos
y justo es mediodía
y el caño gotea los ojos gotean
pero es así con la cebolla.
El deseo de ser unos minutos después
para apurar la vida
y largarse desde una colorida colina
le hacen suponer que todo lo que ve
no mira.
Se ha perdido en su sombra,
entonces repta desnuda 
abierta de brazos y de piernas
desgarrada su túnica de sacerdotisa de banda ancha.
Clásico, así de clásico es con la cocina
 para colmo
 las ollas se marchan hacia otras superficies
y el corazón se rehoga en trozos de juliana.


La mendiga

Esta tarde ella saldrá y lo ha comunicado
como algo perfectamente natural,
la espera una película de Almodóvar
el pasto verde de la plaza que visita todos los días
y los artesanos de la feria de Belgrano.
Irá a buscar el último best-seller
ella también sueña de vez en cuando,
y su próxima apuesta será
esa bocina suicida que le sube por los muslos
porque no posee oídos.
Es una desposeída, pero no se engaña
sabe que esos lugares están diseñados para confundirla
sobre todo ahora que la mano de él
quedó amputada prolijamente,
y tuvo que alargar la noche
para acortar el hambre.
Lo cierto es que doblará por las esquinas
cruzará las avenidas
y manoteará el oxígeno de su única ración de pan,
da fe que eso ocurrirá una vez más
y los reproches son inaceptables.


La santa

Soy una mancha de aceite
pero no de oliva
el límite perdido de una calle
el otro lado del mostrador
y la rigidez de las velas en el reclinatorio.
Una santa arrepentida
cuando Dios se apodera de mi,
pero en las noches o en las siestas
los duendes me persiguen
y la mano abandonada en el aire
perdida en el debajo de la falda
se pasea por el patio y el jardín de invierno.
¡Ah estos dedos!
que despistan los templos
los muy útiles y sagrados
sí que son capaces de amar de verdad,
sin verbos conjugados
y en el más absoluto estreno.
La boca seca, el final de la farsa.




Mónica Cazón, Marta Mónica Mabel de F. Luna Juárez Robles (Tucumán 1968). Poeta y microrelatista. En poesía ha publicado Vida Rentada (2010). Tiene varios libros en preparación.
Ha sido incluida en diversas antologías y colabora en diarios y revistas del país y el extranjero.